Madrugar es otra cosa. Normalmente nos levantamos temprano para trabajar, pero madrugar sólo es para cazar. La noche se hace corta cuando tenemos una jornada de caza al día siguiente. Se sueña, se preparan estrategias, se recuerdan jornadas anteriores, se repasan los bártulos mentalmente, se desea que llegue la hora y se mira el despertador continuamente y al final te levantas, incluso antes de que suene.
Preparas la escopeta, los cartuchos, el morral, la documentación, algo que comer y beber. Dándole los últimos sorbos al café, piensas dónde ir, lugar que ya has visitado varias veces, que llevas pensando durante varios días, pero que a última hora siempre surgen las dudas. Recuerdas lo acontecido en años anteriores y después de valorar los pros y los contras, te decides. Hoy iremos a Gorrillo.
Son las cinco de la mañana cuando sales de casa. Las calles están solas; el silencio se ve roto con el paso de algún coche de jóvenes que empalma la fiesta de la noche con la mañana, o algún cazador que busca desesperadamente algún bar abierto, pero todo está cerrado.
En la soledad del coche sólo piensas si el puesto estará ocupado y conforme te vas acercando al lugar, compruebas que no hay vehículos aparcados, buena señal. Desenfundas la escopeta, coges el chaleco, los cartuchos y te encaminas al lugar elegido. Son las 5,30 h. y después del madrugón observas como no ha habido otro loco, que haya llegado antes que tú. En este preciso momento notas que te falta algo, joder tanto preparar y se te olvida la silleta en casa. Buscas un lugar cómodo, a sabiendas que al final te dolerán las posaderas, hay que adaptarse a lo que tienes.
En silencio esperas la amanecida llena de olores, de fragancias y frescor mañanero, de cantos de pájaros y sobretodo de perdices, presagiando una buena temporada, pero también la noche está llena de ruidos, ruidos que te hacen estar alerta, observar con detenimiento, imaginar por donde pueden entrar los conejos, pero todavía no ves nada.
Observas el cielo estrellado, el paso de los aviones, las luces de vehículos con cazadores que van llenando los campos y empiezan los recuerdos, las vivencias que siempre nos acompañan. Recuerdas el año que tu padre se puso en esta postura y los conejos que cobró, la ilusión con la que te contaban por donde le entraron, o aquel que le sacó dos tiros repechando el “laheron” de enfrente, la forma de cogerlos, ponerlos a mear, apiolarlos y colgárselos en la canana. Las mil historias contadas por tus abuelos, de como se tira un conejo, siempre de lado y nunca de frente o de culo y como debemos dejarlos llegar hasta asegurar el tiro. Y aquel año que tu hermano abatió más que tú en la Cantera de los Villares o te quitó los cartuchos en las Cañadas. Recuerdos que el tiempo no borra y que la soledad de la noche te trae a la mente.
Aunque me gusta más el chanteo o el rececho de tarde, el de la mañana tiene su encanto, además de la peligrosidad añadida que produce la noche. Muy parecida a las esperas cochineras, pero lógicamente distinto. El no fumar, no moverte, no hacer ruidos, controlar el viento y ser uno más de la naturaleza en la que te desenvuelves, hace que el rececho sea un éxito, o por el contrario, un auténtico desastre y hacer que el madrugón haya sido innecesario. Oyes tiros lejanos prácticamente de noche, algunos tienen suerte o muy buena vista, tú en cambio no ves todavía nada, sólo oyes ruidos.
Con el canto de las perdices comienza a clarear el día y empieza a moverse el campo. Ves y seleccionas el conejo que tiras, dejando los pequeños. Con los cupos, intentas aprovechar los tiros, los lances, saboreas la caza, observas mejor el campo. Llegué a tirar dos veces a tres conejos juntos abatiendo solo a uno, e incluso a dos peleándose.
Terminado el rececho, recoges los cartuchos, buscas las piezas y siempre hay alguno que no encuentras, con el consiguiente cabreo. Después de dar vueltas y vueltas y no encontrar al roedor, comienzas a chantear las proximidades ya que siempre se queda algunos encamados en los alrededores. Luego subes el Salado Carderas hasta el Arroyo de la Parra, subes, bajas, trasteas, de vez en cuando el conejo que se arranca, te encaras y aprietas el gatillo, algunas veces recoges sólo el cartucho, otras en cambio te acachas también a por la pieza.
Llegada las 9,30 h. y con el sol apretando, el morral lleno y con el cupo realizado, te diriges al coche, sudoroso, cansado pero satisfecho con la jornada de caza, luego vendrán los dolores en las piernas y los cardenales en el hombro por los tiros mal tirados, pero tienes toda la tarde para descansar, ver el partido de la selección y esperar.... soñando, donde te vas a poner el fin de semana que viene.
Muy bien contado Juanu, ¿tu eras el que estabas en gorrillo? Yo estaba muy cerca de ti, te hinchaste de dar tiros eh!! cabroncete...
ResponderEliminar¡Lo has bordao! sobre todo si hay algun "loco" que te pilla la postura,reconozco que me encanta chantear,pero no se que tiene el puesto de alba(como tu bien describes)que es superior a mi.
ResponderEliminarMuy bonita entrada Juanu; todo lo que cuentas lo hemos sentido mil veces casi todos nosotros.
ResponderEliminarUn saludo.
P.D.: Al tiralenguas de arriba, sólo le diré que la envidia es muuuuuu mala, y claro, en las perdices de Carboneros le pegué tal repaso que ahora dice que me llevaba las del puesto de al lado... Jejejejeje
Parece hasta bonita cazar según lo cuentas.
ResponderEliminarCuando os leo parece mas facil escribir, has contado lo que me atreveria a decir, todos hemos sentido, bueno bueno.
ResponderEliminarPor aqui llevamos desde primeros de junio dandoles duro, porque los agricultores estan desesperados, ni melones ni sandias ni nada que este verde en esta epoca.
Un saludo.
JuanD.
Pd: Rafa, ni la escopeta del blog de Eufemio ni los pisos, no se vende nada.
La foto del atardecer ¿es de desde la Venta a Cabeza Rubia?
ResponderEliminarGracias JuanD por lo halagos.
ResponderEliminarLa foto del atardecer es con movil y desde la Venta hacia Malabrigo. Muy buena observación.
Más bien Las Pardillas.
ResponderEliminarmeparese que los conejos de verian vivir po que sitansol hablaria te diria por que nos maltratas si no te ago nada por favor sueltame sisi ayudame a slir de hay
ResponderEliminarQue terrible asesinos malditos, Dios los castigara por destruir su fauna... mal nacidos como los entretiene matar:S
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